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Zaragoza, Aragón, Spain
Sindicalista de UGT Zaragoza entre 1977 a 2006. Periodo en el que fue uno de los refundadores de UGT Zaragoza, Sº de Acción Reivindicativa de UGT Zaragoza, Sº General de UGT en General Motors España, Presidente del Comité de Empresa de GM España, Sº General de UGT Metal Zaragoza, miembro del Comité Confederal de UGT y formó parte del Comité Europeo y Mundial de General Motors .

sábado, 28 de diciembre de 2013

Ni vencidos, ni rendidos. ¡Que las fuentes broten!


Es necesario un despertar general, con ideas progresistas claras. Con los ciudadanos influyendo en la política, saltando a la calle para protestar, llenando las urnas votando para no perder la democracia y la libertad. Así de claro. No hay que permitir que esta sucia derecha envíe al cuarto del horror, la mejor oportunidad de la historia de ser un país respetable, con personas cultas viviendo en la ética y la prosperidad. Con igualdad de oportunidades. Una constitución que guíe y ampare. En un Estado del bienestar ascendente y justo para las capas medias y bajas.

Teniendo derechos, leyes laborales y civiles. Con sanidad, educación, protección social sublime. Salarios y sistemas de trabajo dignos. Donde se trabaje con grandeza. En el que se pueda respirar y comer, sin que los pobres tiemblen de frío en invierno, ni que niños tengan que estudiar en la cama tapados, como ahora ocurre, porque pueden o se les ayuda a pagar la luz. Siendo las personas mayores: respetadas, atendidas, protegidas.   

Todo esto prácticamente lo teníamos conseguido. Pero han bastado dos años de Gobierno del Partido Popular, con sus recortes y retrocesos ideológicamente indignos, para que el castillo social y de protección se derrumbara a ritmo ascendente. El Presidente, Mariano Rajoy, no tiene lucidez intelectual ni política; sin embargo, aún a lo tonto, su firmeza es total gobernando para su clase. Su revolución neoconservadora continúa. Aunque casi nadie se da cuenta o la valora como tal. Si bien, su inconsciencia y atrevimiento pueden chocar con la pared de la izquierda sindical y política, si se saben unir y deciden actuar.

Lo que esta pasando es más serio de lo que parece. El Gobierno les ha quitado a las mujeres, la decisión de abortar; al haber aprobado un retroceso de 30 años, en esta materia. Por lo que ha recibido las alabanzas de la ultraderecha gala, con la repulsa de las personas avanzadas del mundo. La ministra francesa de la mujer considera “un retroceso” la ley del aborto española. Con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, el Ejecutivo quiere frenar la movilización ciudadana, sin salvaguardar derechos civiles, cortando las libertades. Interviniendo la policía contra los manifestantes con procedimientos propios de una dictadura, no de una democracia. Hasta han comprado un camión “botijo” hiere personas con chorros de agua. ¿Tanto miedo tienen a la gente? Acaban de congelar el Salario Mínimo Interprofesional en 645,30 euros al mes. El francés dobla al español con 1.430 euros. ¡Que vergüenza! 

Como he oído decir, el Partido Popular ha convertido el país en una parroquia. Sin que les avergüence el nivel de pobreza alcanzado y, el que infinidad de ciudadanos la atiendan por sí mismos, con limosnas o compra de alimentos, por la desatención total del Gobierno a los necesitados. España ha llegado a ser un país miserable e injusto, con tres millones de personas en situación de pobreza severa, que viven con menos de 307 euros al mes. Con más del 21% de sus hijos e hijas en las garras de la pobreza. De un Estado social de derecho, la derecha lleva el país al imperio de la limosna. A la vez que grandes fortunas, empresas y ricos evaden impuestos. Esto no puede ser. Es hora de decir: Con mi tolerancia ¡NO! Procediendo en consecuencia.

¿Cómo? Muy sencillamente. Que se unan las personas de buena fe, haciendo que las fuentes broten. Entendiendo como tales, la fuente de la izquierda del PSOE, la de IU, otras minoritarias y necesarias. Con los sindicatos UGT y CCOO más otros pequeños si así lo consideran. Llegando a los manantiales de las mareas, que han independizado su solidaridad con camisetas de colores; cuando urge, una camiseta única de color clase popular y en beneficio de esta causa general. En mi opinión, debe haber una derecha democrática normal, como la alemana o francesa. Sin la involución ideológica post Margaret Thatcher de Mariano Rajoy. Que no gobierne para agradar a la ultraderecha de azul y correajes. A la del escapulario. Con sus Tea Party internos, Opus Dei y FAES rondando por allí. ¡Qué castigo!

¿Eso sería otro Frente Popular, como antaño? No lo sé. Pero si lo fuera ¿qué?¿Que esa situación nos llevaría a una revuelta? ¿Por qué? ¿Es que aún hay caciques y militares golpistas? Si fuera así, habría más motivos para hacerlo. El miedo que lo tenga quien se lo merece. Las clases populares no. A mí ni me han vencido, ni me he rendido. Quiero pelear dialécticamente para paralizar este derrumbe del país.

En consecuencia, empezaré lanzando al aire que, España es el único país donde la derecha al neoconservadurismo lo llama liberalismo. Si como se dice, el PSOE y el PP son igual (PP-PSOE la misma M... es, se grita), ¿por qué cuando uno de los dos llega a gobernar, cambia la política de educación? Si la izquierda y la derecha son iguales, ¿por qué se tuvieron que fundar los partidos de izquierda? En términos de corrupción, más del 90% de los políticos son honrados. Como un periodista dijo: “Los sindicalistas son muy buena gente”. Y, como un amigo comenta: “Ser líder significa sacrificar la vida”.

Tenemos una juventud desclasada, sin ideologizar lo necesario, algo boba al poseer escaso entendimiento de lo que ocurre. Siendo demasiado derechista sin saber bien por qué, debido a su incultura política y falta de algunos valores esenciales. Que cada joven se indague a si mismo. El neoliberalismo gobernante no le tiene miedo a esta juventud, como la derecha de entonces le tenía a la de los años setenta gloriosos. Aún le tienen algún temor, a los restos vanguardistas que quedan de la época, porque piensan y se rebelan.

Al profesor de Izquierda Unida, Juan Manuel Aragües Estragués, le he oído decir: “El que se manifiesta en contra de la privatización de la sanidad, aunque no lo sepa es de izquierdas”. Sí, puede ser; pero será poco de izquierdas, dado que alcanzar ese grado sin que la amiga o amigo revolucionario lo sepa, es un bastón para poco camino.

En verdad, yo soy socialdemócrata o socialista democrático que igual me da. Y si el PSOE mi partido deja de serlo, trato de que lo vuelva a ser. Porque si no es así, la ideología que proceso no la encontraré en ninguna otra formación. Ni esa, tendría la capacidad necesaria para vencer electoralmente a la derecha, por muchos que sean los discursos y las fábulas que se puedan contar. Procedo de la ideología política y sindical de Pablo Iglesias -la de los viejos ugetistas, que contaban las perras gordas una a una y hasta que no les cuadraba la caja no se iban a dormir-. Y en ella, me mantendré siempre. Digo esto, porque me parece una pérdida de tiempo inútil, tanto como una estrategia estéril, el que los partidos minoritarios y principalmente Izquierda Unida, piense más en arrebatar votos a los socialistas que en plasmar con ellos, una alternativa de la izquierda creíble y posible.

En las próximas elecciones y a fin de evitar males mayores, al PP hay que apartarlo del Gobierno. Mariano Rajoy no está a la altura de esta nación, para seguir siendo Presidente del Gobierno, como todo el mundo sabe. Mas eso no se consigue con medias tintas y la izquierda mirándose mal entre sí. Nuevos experimentos con mareas: 15 M, u otras; ayudarán, pero no son suficientes para ganar las elecciones. Se ha de partir de lo real, de lo seguro. Sabiéndose de antemano que, en la izquierda, hay que contar con el PSOE. Sin el PSOE no se puede hacer nada. Por tanto, de esta realidad hay que partir y ese ha de ser el primer reto que los progresistas han de conseguir.

El primer y el último paso a dar debería ser, unidad de acción de la izquierda, con gobiernos de coalición posteriores PSOE-IU a lo largo del Estado español. Eso sí, este no tendría que ser otro experimento de la izquierda fracasado, para levantar de una vez la moral del progresismo español. Y también, la de los 4.386.127 votantes perdidos por los socialistas el 20-N de 2.011. Siendo esta posiblemente, una parte alta del voto útil que el PSOE recibía.  

Con una reflexión final. El Partido Socialista tiene  la mayor culpa de la desunión de la izquierda; ya que, ha preferido demasiadas veces gobernar con los nacionalistas, antes que con Izquierda Unida. En esos desencuentros, influyeron desavenencias personales y políticas entre los líderes, siendo quizá las más vistosas las protagonizadas por Felipe González y Julio Anguita. Empeñado este último, en el  irreal “sorpasso” -según el cual IU debía aspirar a sobrepasar al PSOE, ocupando su espacio electoral-. Se alió con personajes del PP, como José Maria Aznar, haciendo entre ambos una “pinza” al PSOE que fracasó.

Sin embargo, ahora que esas desviaciones y episodios de bufa no se dan. Se ha de entender, que a los socialistas les iría muy bien contar con políticos de IU en sus futuros gobiernos. Les podrían evitar, caer de nuevo en algunas lisonjas neoliberales... En esas políticas que, una y otra vez, les hacen besar la lona.


28.12.2013                                                                            Fernando Bolea Rubio
                                                              Sindicalista

domingo, 15 de diciembre de 2013

Sindicatos de clase... con miradas amarillas


Al imaginar que los sindicatos están más débiles, debido a las campañas de demolición para hacerlos caer y por los supuestos errores administrativos que han podido cometer, van surgiendo debates, en los que se lanzan sobre ellos, mensajes desconcertantes y de la trayectoria que deberían seguir; por parte de personas de círculos interesados, ideológicamente diferentes, o desconocedoras de lo que las centrales sindicales son y hacen. En la actividad sindical no se puede errar ni flaquear, porque los ángeles del infierno se ponen a enredar.  

Por eso, en la cadena SER, hablando del papel de los sindicatos con el profesor Sandalio Gómez, al que conozco personalmente y tengo en consideración, se hicieron las preguntas siguientes: “¿Funcionan los sindicatos? ¿Necesitan un cambio de rumbo? ¿Una nueva forma de sindicalismo más independiente? ¿Nueva forma de sindicalismo? ¿Hacerse más flexibles? ¿Transparentes? El periodista, Carles Francino, inició la entrevista diciendo: “Hay que ser muy tonto para no ver que hay una campaña por parte de sectores a veces reaccionarios en contra de los sindicatos”. A lo que el entrevistado comentó ciertamente: “El sindicalismo es absolutamente necesario en la sociedad en que vivimos”. 

Se dijo que la reputación de los sindicatos está bajo mínimos, que la afiliación es baja, la confianza y la credibilidad la están perdiendo a chorros, en el fondo es una crisis institucional y un buen momento para que los sindicatos se planteen la necesidad de decir ¿a dónde vamos? ¿qué hacemos? Añadiéndose, hay una cultura que no se ha renovado, no tienen más remedio que adecuarse a la situación de la economía, al sector servicios que ha crecido mucho. Tienen unas estructuras que no funcionan bien, la filosofía de los sindicatos daneses es un sindicalismo de servicios. Sentarse con el Gobierno y afrontar lo que haya que afrontar, esto sucede en Alemania. Y yo diría, y en España. 

Vamos a ver. Sobre que la reputación de los sindicatos esta por los suelos, aún no se ha llegado a tanto, ni se llegará. El anhelo que por ellos se tiene y la importancia que se les da, se nota en cada problema laboral serio que se produce. Por ejemplo, en cierres de empresas, hasta en las de los medios de comunicación, dado que enseguida se percibe cómo los afectados mencionan a los comités de empresa, o a su representación sindical.

Estar hundidos sería haber llegado a la situación del Reino Unido, en los pasados ochenta. Donde el thatcherismo, consiguió reducir el poder de los sindicatos, a tal extremo, de que en la ciudad de Luton, estuvieron quince años sin hacer manifestaciones, ni siquiera en fechas tan significativas para el movimiento obrero, como los 1º de mayo. A pesar de lo cual, en enero de 2001, con un frío atroz, se hizo una impresionante manifestación, por el cierre de la planta de Opel Vauxhall (GM) -en la que tuve el honor de intervenir desde la tribuna-, en la que gran parte de la ciudad se echó a la calle por solidaridad. Al final, la razón y la justicia social se imponen de nuevo siempre y las flores vuelven a florecer.

¿Cambio de rumbo? ¿Nueva forma de sindicalismo? Lo que se busca es otra cosa. El Gobierno neoconservador, aparte de la precariedad laboral que ya ha impuesto, desearía establecer en España un calco del modelo laboral chino: con explotación salvaje, condiciones vergonzosas, salarios miserables, sin derechos, ni sindicatos de verdad; el cual, existiendo los sindicatos de clase UGT y CCOO, nunca se podrá implantar. Precarización y trabajo chino con sindicatos de clase no concuerda, no pueden vivir juntos, se repelen. Uno de los dos sobra. Por tanto, se clama: ¡Fuera esos diablos rojos!, el sindicalismo de servicios se ha de implantar, pensando que el sindicalismo amarillo, apolítico y de abandono obrero, ha de sustituir al actual. Todo, cuando la política es defensa de intereses y los de los trabajadores, se han de amparar con tanto derecho y posibilidades como los demás.

Pero es que además, los sindicatos españoles practican los dos tipos de sindicalismo, el de clase y el de servicios, porque ambos se complementan. Hace ya muchos años, UGT declaró ser “un sindicato para todos”, no únicamente socialista o socialdemócrata. Y en su seno, además del componente político de izquierdas que le caracteriza, dispone de infinidad de servicios para uso de sus afiliados y de los trabajadores en general, tales como asistencias de asesorias, gabinetes de economistas, de técnicos de salud laboral, búsqueda y asesoramiento de empleo, centros de formación, seguros, cooperativas, servicios generales, más otros relacionados con la vida cotidiana, el deporte, el ocio, la cultura. Eso sí, ser sólo esto y olvidar los principios de clase no, nunca. Es su razón de ser. La muleta que ayuda a caminar y sirve para dar.

¿Un sindicato puede ser de derechas? No, jamás. El que no piense así, no sabe como los toros embisten. Dado que, la derecha existe para defender y apoyar a los empresarios, al capital, a las personas o sociedades que más tienen, en contraposición de sus empleados y trabajadores de todo tipo y condición. Y, teóricamente, la izquierda es la guardián de las clases trabajadora, media y baja, opuestas a la clase alta anterior. Si alguien siendo asalariado, no se quiere afiliar o aproximar a los sindicatos porque son de izquierdas, tiene un serio problema anómalo que solo organizándose en ellos lo superará. Como recuerda el exdirigente ugetista, Antón Saracibar, al grito de ¡Organización o Muerte! surgieron las primeras sociedades obreras. En eso deberían pensar todavía hoy los reticentes. Un trabajador que no simpatiza con la izquierda, es lo mismo que una moneda en el bolsillo del empleador.

¿Sindicalismo más independiente? ¿Independiente de quién? Los sindicatos mayoritarios y de clase son sólo dependientes de sus afiliados y de los trabajadores, de nadie más. En UGT luchamos y conseguimos la autonomía sindical total, ayer hizo 25 años, tal como se demostró con la memorable huelga general  de 14 de diciembre (14-D) en 1.988 -vayan estas líneas sindicales en su memoria- al exigir un giro social al gobierno socialista de Felipe González. Evidentemente, se busca que los sindicatos renuncien a ser de izquierdas, llegando a entender que es lo mismo un gobierno progresista que otro conservador. Al pensar así, se es de derechas en realidad. Es saltar al otro lado de la barrera, para llegar al terreno de la desorientación y de la nada. ¿Por qué los capitalistas no se hacen de izquierdas? ¿Sería absurdo verdad? Lo mismo que si  los trabajadores fueran cantando y bailando a la ideología del capital.

A las preguntas que se sugieren de ¿a dónde vamos? ¿qué hacemos?, las organizaciones sindicales lo saben muy bien. Tanto, que cada cuatro años realizan congresos a nivel confederal, federales de ramas de actividad, de comunidad, de las federaciones locales correspondientes y, hasta en la sección sindical de UGT en GM España, aunque allí se le llama asamblea-congresual. ¿Qué son los congresos? En la Unión General de Trabajadores, darle la vuelta al sindicato como a un calcetín. Con propuestas que nacen desde la base, junto a una total trasparencia de lo que se ha hecho y se hará. En ellos, se debate aprobándose o rechazándose, la gestiones de las Comisiones Ejecutivas. Al secretario general que no se le aprueba la gestión, éticamente no se vuelve a presentar. Los que llevan muchos años como tales, como Cándido Méndez, cargan en sus espaldas con muchas gestiones aprobadas. En el 41º Congreso Confederal de UGT (10-13/04/2013), se analizaron las 3.940 enmiendas presentadas. A los secretarios generales, se les limitó la permanencia máxima en el cargo a tres mandatos (12 años). 

Se actualizan los estatutos, la declaración de principios, las políticas organizativas, sindicales, las reivindicaciones a corto, medio, largo plazo, en función de la realidad presente y futura, modernizándose hasta el peinado del gato. Eso sí, en la estrategia de negociación, UGT no cambia ni cambiará, porque en ella prevalece arraigada, formando parte de su cultura de 125 años de historia -que este año celebramos- la estrategia de negociación-presión, no la de presión-negociación, porque la unión es por excelencia un sindicato negociador, como todo el mundo sabe y ensalza. 

Ser como los sindicatos daneses y alemanes. Pero ¿por qué se dice eso? si ya son igual. Se desconoce o se olvida que, los sindicatos están organizados internacionalmente, tanto a nivel de la Unión Europea como del resto del mundo. Siendo precisamente UGT, una de las organizaciones fundadoras del sindicalismo internacional organizado. El cual, también realiza congresos periódicos con los mismos objetivos y formas de organización que los locales. Cándido Méndez fue, entre 2003 y 2007, presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (CES). Actualmente, desde el 11 de mayo de 2011, el presidente de la CES es Ignacio Fernández Toxo. Ambos sindicatos pertenecen a la Confederación Sindical Internacional (CSI). Entre UGT Metal y el sindicato germano IG Metall, no hay ninguna diferencia sustancial y lo mismo ocurre con CCOO. Si el alemán es el ejemplo a seguir y el espejo al que mirar, no vayamos a peinarnos tan lejos, ya que nos podemos lavar aquí y usar su mismo perfume.

Sin embargo, ¿por que no se habla de dar participación a los trabajadores y a los sindicatos en las empresas, como ocurre el Alemania, con sus famosos y efectivos “consejos de vigilancia” (aufsichtsrat)? No, eso no. Mas, si los sindicatos están dispuestos a formar parte de ellos y las patronales no, ni tampoco los amigos del café flojo, ¿quién es aquí más moderno, las organizaciones sindicales, las patronales, o los hombres de azul con mirada amarilla?


15.12.2013                                               Fernando Bolea Rubio
                                                         Sindicalista